sábado, 28 de noviembre de 2009

Somos más de dos: vos, yo... y el morbo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Vegestorio(?). (Marzo 2009)

Empecé a practicar tiro al blanco como descarga. Con cualquier dardo: un celular, un llavero, una mochila, contra una heladera, contra una pared, contra el suelo. Comencé a aprovecharme de mi estado de ebriedad para aumentar mi virulencia y a esconder mi llanto tras gafas de sol, a veces bajo la lluvia o en la noche. Me acostumbré a las miradas despectivas, a los golpes, a las puteadas y a que me echen de los zaguanes donde me siento a escribir páginas y páginas, donde me olvido de mis obligaciones y dejo de vivir mi vida para transformarme en espectadora de la vida de los demás, y de la mía también.
Autodestrucción conciente e inconciente. Y ¿por qué no destruir a los que me rodean también? Después arrepentirme y llorar, autodestruirme un poquito más. Perdí compañeros personas y compañeros objetos. Va a seguir pasando.
''¿Vamos a tomar una birra?" "Convidame un cigarro." "Estoy enojada, no voy a comer."... Tengo que aprender que en los casos de malas energías desbordándome esas frases pueden no ser la mejor salida.
Perdón, alguien me puede explicar cómo ponerle derecho de autor a mis cosas? (No. No me la creo, es por la dudas. )

jueves, 5 de noviembre de 2009

Catársis Vomitiva.

Aclaración: En este blog nadie quiere que le firmes para acumular hipocresia. Este blog está impulsado por un alma con sed de expresarse, y cuando pasa un tiempito largo sin posteos no quiere decir que se agotó la creatividad sino que no se ve la necesidad de compartir estos "gargajos literarios".

Anhelo lo que he despreciado y desprecio lo que he anhelado. Los cuerpos ardientes son más sabrosos que los cuerpos inertes con los que nos hemos obsesionado. Pero errar es humano, y reconocer el error es un largo y polvoriento sendero. Mil veces repetiré que tus ojos-cuchillos ya no van a herirme; pero cuando llegue el momento de encontrarte sobre cualquier asfalto, pasto o mar, mi boca va a sangrar y va a hacer lo imposible para fusionarse con la tuya, como lo deseó desde que empezamos a respirar el mismo aire. ¿Cómo matar esta enfermedad? ¿Cómo curar la locura que me está asesinando? No puedo ni quiero dejar de desearte. Prefiero dejar de ser conciente de que te deseo. Prefiero que un orgasmo salvaje previo a un infarto o una desilusión sexual sea la bala que acabe con mi fiebre latente. Pena de muerte entre sábanas para una obsesión insana, y ¿por qué no también para mí?... o para nosotros.